Existen los ingenuos que, ajenos al oprobio,
entregan sus palabras a quienes los escuchan
y, agotadas sus voces, su manantial se apaga…
Critican quienes solo de ignorancia se nutren,
creyendo ser albatros en puertos de gaviotas,
cuando tienen el alma tan triste como escuálida…
Existen los ingenuos que entregan sus secretos
a cambio de sonrisas, ya sinceras, ya oscuras,
-que nadie sabe nada en este mundo estúpido…-
Yo me cuento entre aquellos que avanzan decididos
hacia adelante siempre, ingenuos, sin alardes,
con paso firme y pobre, con su triste bagaje
de tenues margaritas que, a veces, sin quererlo,
sirven a algunos cerdos de generoso pienso…
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Somos así de niños, quizás equivocados,
pero mejor ser tontos que arlequines taimados…