Acompáñame, dijiste, ¿la conoces?
-¿Porque puede suceder?, pregunté yo.
-Esa es, sí, me respondiste. Esa canción,
si la aprendes, la cantamos a dos voces.
La cantamos y cantamos otros temas.
Deslumbrado por el fuego de tus ojos,
sin poderme resistir a tus antojos,
me aprendí todo lo de Elvis, sin problemas.
Me hice fan de tus canciones, te admiré
por tu estilo de mujer y de cantante
y flipé con la elegancia de tus pies.
Ya soy parte de tu corte acompañante
de tus noches de glamour. Me dices ven
y hasta puedo ser tu caballero andante.
© Xabier Abando, 30/11/2015