Con mucha soledad,
entre injertos de galerías,
impávidos elementos, mineral osadía,
entre soledades destinadas al ocaso,
lejos de los especulativos diálogos,
con excesiva soledad y sobre la grupa gentil
de un manso y apocado asno:
firmo yo mi desamparo y mi consuelo.
Donde afirmo, me reafirmo.
Comparezco entre sombras, fuera
de distancias absortas, tinieblas, laúdes:
aquí, en esta hora, y ante este testimonio.
Luego de dar la mano, de admirar la boca,
los brazos, extendidos como anegados subterráneos,
en esas líquidas gotas que estremecen el cuerpo,
de lluvia impalpable, voy, con mi lánguida voz,
construyendo aros imperceptibles, días, auroras.
Y quemándolas, y alimentando mi especie,
estirpe de hojas desoladas-.
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