Sólo aquellos
que siempre están mirando al cielo
notarían que hoy
las nubes pasan lentamente y,
al pasar, cambian sutilmente
su forma y el claroscuro
de sus sombras.
Sin duda alguna,
por la fuerza de la naturaleza,
ejercen influencia sobre
las personas y todas las cosas;
que incluso el tiempo
parece pasar lentamente.
Quizás, sea por eso,
que mientras yo he estado hablando
por un buen rato,
tú no has dicho nada.
Sin embargo
con un lenguaje indescifrable
que hemos hecho
para que sólo tú y yo
nos entendamos,
libre de palabras
que en todo caso se quedarían
cortas, por lo tanto
sin sentido, inútiles y obsoletas,
tú me tomas de la mano con ternura y
yo te acaricio con el pulgar,
para que tú sepas
que yo siento lo mismo.
Sobre las nubes y
muchas otras cosas,
todos aprendemos en la escuela.
Pero a menudo,
cuando esas cosas que sabemos
carecen de utilidad,
pierden importancia y
pronto las olvidamos.
Pero lo que es significativo
suele estar presente
en todo lo que hacemos.
No es de extrañar
que yo te encuentre
en todas las cosas que me rodean,
con un significado intrínseco.
No es para que todo el mundo
lo entienda, estoy consciente.
Es un asunto ordinario de dos
que se aman,
porque incluso aquellos
que siempre están mirando al cielo
tendrían que saber de ti
para entender que hoy,
en el contorno de todas las cosas,
facilitando circunstancias,
el aire lleva generosamente:
La tranquilidad
de las nubes que pasan,
cuando no dices nada.