A veces buscaré tu fiel presencia.
Pues esa simpatía que de ti emana,
me da luz y me torna más humana.
Ya no sé qué hacer con tu ausencia.
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Por mis faltas hoy te pido clemencia.
Me pongo a rezar soy buena cristiana.
Acudo al templo al sonar la campana.
Creo en Dios y yo respeto mi creencia.
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Callados conviven en mí, mis ensueños.
Siento a veces, la premura de mis rezos.
Fiel cómplice ha sido, en ello, mi Rosario.
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Yo premio tus gestos aún, los pequeños.
Y exijo de ti, un caudal de febriles besos.
Y para amarte, ya he erigido mi santuario.