A Rondolf Valle
La caja pandórica guarda
aún en su vientre funesto
(lozana, serena y gallarda)
la euforia, que surge tan presto
y es bella su faz y su gesto.
Se entonan los himnos de antaño
cantados por lenguas de fuego.
Y mientras al paso de un año
las penas se olvidan, que luego
se tornan martirios o en juego.
Reviven los dioses de piedra,
las ninfas de mármol sagrado,
los siglos perdidos en hiedra,
el héroe en tierra tumbado
¡Revive el amor del pasado!
* * *
¡Resurge la fiel esperanza!
La estrella virtuosa su tiara
corona; y la muerte se lanza
y como soberbia, besara
con beso de fuego: matara.
Anuncie la aurora su día
y el dulce lucero divino
le rinda sacral pleitesía,
que el verso perpetuo y opalino
adorne su manto ciprino.
Sibila presagie su sueño
y oráculos vea benignos.
Su manto revista de ensueño
al hombre que ve los malignos
presagios y báquicos signos.
Resurge la fiel esperanza
del polvo infernal y el olvido.
Que juzgue su zarca templanza
los siglos, al son del latido
del tiempo pasado y perdido.