Esta tierra nudos pernoctas
con laúdes invariables notas
el peso de tu laxitud indescifrable
sobre la nieve insensible y misericordiosa.
La extraña posesión de un cuerpo
su procesión lamentable hacia el acantilado
el precipicio donde la noche se deshoja
aquilatando precios de nubes desasosegadas.
Esta tierra te gusta prohibida en su aposento
madera de un recipiente inusual cavidad musgosa
de raíces invencibles, corpulentos odios que asesinan
miradas de bondad entre los machos cabríos.
Y existe mucha sombra, tiniebla mala, en los latidos
que un diapasón oculto emite, como profiriendo
su rectitud vespasiánica. Su lentitud de buey sacrificado-.
©