Escucho en paz la misa de Carlos Seixas, donde a principios de año siento la necesidad de profundizar mis sentimientos, de escuchar la majestad del sonido del barroco europeo, donde parece que tocamos el cielo. De hecho, nada mejor que empezar un año, reflejando en un espíritu cristiano, donde sentimos que el materialismo, el egoísmo y el egocentrismo son más en nuestra sociedad. Pero, ¿cómo combatir este flagelo? ¿Seguir el voto de pobreza? Si hay valores sociales mucho más relevantes, como la amistad, la comprensión, la oración, ¿por qué no mirar un poco a los que sufren y olvidar la herencia, el endeudamiento por el coche o la casa de vacaciones? La música barroca de los siglos XVI y XVII me ayuda a limpiar el alma, ayudándome también a escribir un texto más pensado en el bien y la esperanza de un mundo más positivo.