Eres el sol más frío
y la luna más caliente.
El aire más duro que respiro
y la tormenta que a mis oídos remueve.
Eres mi deseo más dislocado,
el pensamiento omnipresente,
la ausencia más visible,
mi sueño siempre desvelado.
Eres la flor y su fragancia,
eres el libro y los saberes,
la música y sus bellas armonías
y el mundo con sus amaneceres.
La palabra que en mi vive y nunca he dicho.
El latido al que mis venas nunca llegan.
El destino que nunca fue mío.
El miedo al que mi alma nunca se enfrenta.
Eres, en fin, el mundo en el que vivo
y del que trato de huir para estar vivo.
Porque muerto estoy siempre por tu amor
y resucito para morirme del dolor.