Esta leve llovizna descendiendo sobre los recuerdos,
con el persistente nombre de tu rostro,
en cada minúscula gota que cae sobre mi cabeza,
impidiendo olvidar las fechas,
las pisadas de tus pies,
las caricias de tus manos.
Aquí están los recuerdos,
tan cerca de mi alma,
como lo está mi rostro de la ventana,
donde dejo el vaho del anhelo,
contemplando tu jardín.
La hierba canta todavía,
una leve pelusa de violetas,
cae sobre tus imágenes,
tu nombre abandona mis manos,
para convertirse en eternidad,
viajando desde mi infancia a la vejez,
donde reposó en tu memoria.
Aquí está la greda húmeda para tus pies furtivos,
evocándote al amanecer,
como antigua leyenda de Hada entre los bosques,
donde naciste de la niebla,
como cenicienta flor,
como fragante rosa.