Necesarios para soportar la vida, para saber que tenemos una dirección sin camino, para guiarnos entre la incomprensión; es un espacio demasiado propio.
¿Quien sabrá el valor de tus deseos? ¿Quien se atreve a decir que conoce la pulcritud de nuestros más profundas razones para hacer lo que hacemos?, ¿Quién logrará recoger la copia exacta de nuestra consciencia?
Podemos desear mucho o poco e ir navegando hacia la realización tan solo para darte cuenta que nada es suficiente. Todo deseo es efímero y el tiempo lo vuelve solo un recuerdo, pero está la parte contigua: el no perseguir tus anhelos y contemplar como se vuelven trozos de sueños que estarán merodeando como fantasmas; recordándote lo que pudiste hacer, lo que debiste lograr de haber luchado o esperado un poco más y esa ansiedad no te deja en paz.
¿Hacia donde me lleva este sentimiento de insatisfacción que me imposibilita la plenitud? Somos humanos en constante falta que olvidamos disfrutar ser lo que hoy somos, que vivimos pensando que seremos mañana, y ese futuro incierto nos mantiene sesgados, no tiene ningún punto de anclaje; somos vulnerables. El deseo es tan frágil, los ánimos por lograrlo en cualquier momento pueden envestirnos acabando con nuestra paciencia y otras veces, nos volvemos esclavos, creando así, obsesiones interpuestas.
¿Qué es toda esta conspiración de deseos que no me dejan vivir? que alimentan, pero no llenan, que al realizarlo llega un instante de satisfacción para luego desvanecerse. Convivimos con anhelo constante de lograr algo que creemos, nos va a colmar, pero ¿Cómo detener el flujo de deseos? ¿Cómo saciar todos y no volver a tener otro sin que se vuelva miserable la vida? ¿Cómo detener ese preciso instante donde ya no deseas más y hacerlo perpetuo? No sé yo cuántas veces he tenido esa sensación, quizá solo al enamorarme; entonces ¿Es el amor un deseo supremo? Suena ridículo y a la vez, asequible.
Tener deseos y no tener ninguno nos lleva a la misma insatisfacción.
¡Que podemos hacer nosotros sin el deseo! Esa falta de motivación para librar el presente y sentirnos un paso adelante de la certeza, no quedan, si no vacíos muy difíciles de llenar.