Pilar Luna

DESPEDIDA

Intuyo que no existe

el tiempo,

pero las Perseidas

lloran inútilmente

en cada despedida

de los hijos de la Diosa,

cuyo amor acumulado

expande infinitamente

el universo.

 

Con el alma apagada

se me estrechó el corazón

en la garganta,

y una niebla negra

con sonido de sirenas

chillaba en mi cerebro.

 

La tristeza de mi mirada

buscaba la Rosa de

los Vientos

para nunca olvidar

el camino de regreso.

No quise decirlo,

y pensé en mañana contigo.