Usted sola…ahí,
deshabitada…
aislada en la lejanía más apartada,
abandonada de la pasión,
acostumbrándose a sentirse así…
sin la necesidad de más nada.
Usted desconsolada,
disimulando su melancolía evidente…
aunque la delate su semblante,
pero usted tratando de ocultar lo que en verdad siente,
reservándose en el fondo del corazón…
la ilusión que aún sigue palpitando con frenesí ardiente...
irremediablemente.
Usted presa de ese sentimiento tan hiriente,
secuestrada por la tentación de volver al pasado,
arrastrada inevitablemente…por la corriente de la incertidumbre,
añorando regresar por un consuelo,
buscando un alivio urgente,
queriendo no querer …
más sin embargo enamorada de todo…
hasta del mismo dolor que causan los recuerdos.
Acompañada usted de un silencio estridente,
se deja seducir del embrujo de las sombras…
y se rinde a la tristeza que emana de la oscuridad,
ahí se entrega a un aislamiento profundo…
donde oprime una soledad abismal…tan radical y lacerante.
Ahí,
en su mundo de alegatos ambiguos,
con un millar de justificativos inciertos…
y un millón de explicaciones incoherentes,
con excusas confusas…
y miedos atrancados,
con resignaciones erróneas…
y dudas indescifrables,
ahí mismo…
la fuerza del amor demuestra su poder…
y asegura la vigencia de su existencia.
Usted que insiste en haber encontrado la paz,
Usted que afirma haberme olvidado para siempre…
y con soberbia proclama que ya no me piensa,
Usted que confirma haber cerrado sus heridas…
y que ha reinventado el verbo “volver a empezar” …
y que jura haber superado la realidad de mi ausencia,
Usted miente…se engaña,
como yo me engaño ingenuamente…
al no aceptar que usted sigue siendo …
el amor de mi vida…mi eterno amor ausente.