Saber de tus pensamientos con solo mirarte,
tomarte de las manos y electrizarme;
atreverme a robarte los besos que prometiste,
arropada con la sutil atmósfera romántica…
enigmática noche, donde todo puede suceder.
Detener el tiempo y la vida entera darte…
prodigarte mil caricias que te hagan recordarme;
encarnarme en tus suspiros y ser el canto
que te hace santo y te esclaviza a mi claustro;
que solo yo te baste para ser eternamente feliz.
Tenerte cerca y sentir la plenitud de tu cuerpo;
sin ser cepo, atarte a mis sueños y llevarte
a donde solo podamos ser nosotros mismos,
sin poses que estorben nuestro encuentro,
viviendo el vaticinio de un irreal usufructo.