Siento muy adentro el aullido de los perros
de los perros que afuera laten y se sacrifican
amándose nocturnamente. Ese animal, soy yo:
oscuro, violento, lascivo, vulgar. Quizás acosado
por la ira, o dejado de la mano de la bondad.
Bebiendo sin beber, devorando un brazo desenterrado
de un vertedero cualquiera. Y en esos órganos mutilados,
encuentro algo. Algo precisamente realista-.
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