Vengan acá, hermanos míos,
que los quiero abrazar,
deseo apretar sus manos,
anhelo amor fraternal;
no es por mero capricho
ni por cosas del azar,
es por nuestra madre,
insignia celestial,
que nos enseñó a amar,
siendo un apego,
es nuestro deber, honrar.
Somos consecuentes
luchadores de la vida,
unidos en lo trascendente
de la lontananza global.
Estemos donde estemos,
en el norte o en el sur,
un raudal de amor y luz
nos cubrirá de afectos.