Esto de la pandemia
nos resulta tan ajeno,
que se me ocurrió entonces
buscarle el lado ameno.
Los días son tan extraños
que todos se nos confunden,
hay cosas que los distinguen
y otras que los unen.
Los sábados parecen lunes,
los lunes... lunes parecen,
y no sabes si mañana
comienza o acaba la semana.
La gente con mascarilla
me despierta simpatía:
¡no sabe uno a quién saludó!,
¿si a la suegra o a la tía?
Hay chicas que se ven lindas
con media cara tapada,
y otras que eran lindas...
¡solo por la carcajada!
De los amigos no sé
cuál es el que me debe plata,
o si le acepte conversa
fue a quién \"da mucha lata\".
Saludo a quién no conozco
e ignoro al conocido,
y otras veces hasta pienso...
que todos son amigos míos.
Ya uno no sabe
al ver una luz prendida,
si es una bombilla encendida
o es el sol del mediodía.
Si usted va al hospital, ignora,
si quién lo atendió en consulta,
es el médico que lo cura
o... ¡el que lo desfigura!
Este encierro nos vuelve locos,
y hasta nos puede matar;
y si ya estábamos locos,
¡peor... nos puede recuperar!
Esto del tapabocas
puede ser arma mortal,
pues resultas saludando...
¡a quién te quería matar!
Lo que si resulta grato,
y con esto, termino...
es que solo estoy seguro
que no se me cruzó un chino.
xE.C.