Centauro: olvida tu cuerpo
lleno de musgo y sombra.
Inánime, sin vida. Recuerda,
en cambio, la brisa junto al balcón,
y sus despertares. Cristal y cemento,
pavimento construido para vuestras
delicias. Centauro, olvida, si puedes,
el liquen de las avenidas. Las polvorientas
callejas de luz cegadora, exánime.
Muéstrame, la pobreza en sus tentadoras
manos, las del delirio, las de la torpeza.
Centauro, olvida...
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