De qué vale vivir, si no te tengo,
dormida aquí en mis brazos solitarios
oyendo aquel trinar de los canarios
que veo con tristeza y me detengo.
¿Por qué, tesoro mío, no me abstengo,
sabiendo que tus besos carcelarios
me atrapan siendo incluso, temerarios,
a causa de dulzuras que retengo?
Pregunto hoy a la vida y… ¡repregunto!
¿Por qué no estás conmigo, todavía;
por qué tu amor lo siento tan presunto
y cala muy adentro el alma mía?
¿Será, que todo en ti es una falsía?...
¡Ven dímelo, aunque duela el alma y punto!