Me siento como un cometa
en medio de la tormenta,
aullando sobre las nubes
o arrastrado por las piedras,
juguete de los caprichos
de gobernantes y jueces,
rehén de especuladores,
marioneta de intereses,
esclavo de los que dicen
apoyarte y defenderte,
de los que piden tu voto
para después malvenderte,
cómplice de la injusticia
del hambre y de la miseria
de las guerras fratricidas,
de eses machismo sangrante
que llama a nuestras conciencias
y miramos a otra parte
y me refugio en mis libros
en mi hogar, en mis paisajes
como una llama de vida
que busca donde prenderse
pero no encuentra más cirio
que una vela destrozada
sin candelabro, sin mecha
sin alma donde encenderse.
Quiero volver a ser ave
a recuperar las alas
de mi juventud rebelde
de mi pasión desatada
y escapar de esta pocilga
en que nos ceban y capan
que vida tan solo hay una
y si hay más, plantaré cara.