Poemas de Pepita Fernández

ASÍ... CADA DÍA YO TE SOÑABA

       

                                                      ASÍ  CADA DÍA YO TE SOÑABA (breve relato)

   Una tarde de suave llovizna, Rosalía, reafirmó su inclinación por la poesía. Tomó lápiz y papel y les dio libertad a sus rimas, paridas por aquel amor secreto que, por el escritor sentía, pero él no lo sabía. Como trabajaban ambos en el mismo lugar, cuando él escribía las más bellas poesías de amor, ella a hurtadillas, las leía creyéndose que su musa sería.

      El trato del escritor con ella, era como el de casi todos los poetas, con su voz sensual se dirigía a ella o a otras compañeras, usando expresiones de sus mismos poemas, como era su costumbre. Quiso un día Rosalía, contarle que escribía poesía sencilla, pero él con su indiferencia obnubiló a la enamorada poetisa.

     El tiempo fue transcurriendo y los versos de ella para él crecían en secreto, mientras el escritor no avanzó mucho en su poético sendero y su indiferencia por Rosalía siguió con la misma altanería. En vano, ella esperaba un interesado gesto aunque fuera pasajero. Él disfrutaba  de los suspiros femeninos, cuando hablaba con versos al pasar.

   Nunca supo nadie que, Rosalía dejaba un poesía en el escritorio del poeta, cada día. Pero muchas veces, se lo vio acariciar ese papel anónimo que le dejaban y no podía disimular lo que, al leerlos le provocaban.

     Cada vez que ella podía, se acercaba para contarle que hilvanaba palabras en versos de amor, pero el escritor con su indiferencia, la latigó una vez más. Aquella mañana, Rosalía entró a despedirse de él, ya no trabajaría más allí, en el escritorio estaban los poemas que ella escribiera y desnudando su alma y sus secretos, le confesó por primera vez, ante la mirada absorta del escritor, que ella los había escrito para él. Y ella poetizó el último diálogo que hasta el cielo se asombró:

¿Cómo de ti no supe antes? -apenas murmurabas-

¡¡De tus versos yo me enamoré,

 y de la poetisa sin rostro también!! – con dolor me confesabas.

-Acaso-le dije- ¿No te transformabas cuando mi sol

 en tus versos se inventaba?

Cuando desde mi aliento saltabas al alba

 y de ahí al mar de mi deseos, donde te albergaba

 y de pronto eras aleteo, 

que con tus alas me cobijabas?

O cuando nadabas en el mar de mis besos?

O cuando a tus instantes yo los acariciaba?

Sólo porque así...cada día yo te soñaba?

 

 ¿Cómo no te supe antes? -apenas  me balbuceabas-

-Yo sí te supe antes- desanudó el grito mi garganta-

 aún a sabiendas que tú nunca me sabrías

 porque al leer mis poemas este día, tú en mí ya no existirías

 porque fuiste apagando las letras de tu nombre

 en mis nuevas poesías.

        Aquel poeta, abrazó los poemas humedecidos por su dolor y al acercarse a Rosalía... ella se despidió.

        En vano, el poeta desesperado la buscó,  en los lugares que ella frecuentaba y muchos más, pero nadie supo decirle  adónde fue a volar , Rosalía con sus nuevas poesías...