Alcancé a verte cuando el viento susurraba y la luna se despedía de las bombillas y semáforos, alertando a las lechuzas el auspicio del día.
Frente a frente, a solo un par de metros esperando abordar el camino hacia el destino contrario.
No tengo la intención de buscarte, si ese fuese el caso, las calles se levantarían para verme fracasar en los peldaños.
No es mi mejor momento, aunque tampoco estoy en los peores, podría comparar mi ánimo, mi voluntad, mis ansias, mi vida...
Podría asegurar que vivo con la misma calma y serenidad de un hermoso estanque, aguardando por tí, esa piedra veloz que creará ondas de descontrol y fortuna.