Carlos Ojeda

….rasgando el silencio.

….rasgando el silencio.

 

Y los ojos de esa gata

que nos miraba

en silencio

como tratando de adivinar

la dinámica

de nuestros cuerpos.

Su próximo movimiento.

Miraban si,

no entendían

pero parecían inquietos.

Se esforzaba por entender

los quejidos mezclados

con los….te quiero,

que para la hora ya no importan.

Si eran pocos o muchos,

cálidos o fríos,

eran solo un ruido

que terminaban rasgando

el silencio.

Al que haya dicho

que en el amor

el tiempo no cuenta

confirma solo

que le faltó estar enamorado.

Pues, no hay nada

más tierno

que lo esperen

al llegar

con un café

y, un….te quiero.

            Amor mío.