Todavía hay elecciones libres. Incluso con la fuerza de la comunicación, escenario donde se enfrentan los gladiadores, el pueblo vota y siente la libertad de decidir. Pobres de los que siguen el carreiro de las hormigas y ocultan lo que no quieren ver. Me siento agradecido de ver que el tiempo en libertad lleva a la gente a madurar en sus libertades decisiones. Pero lo que nos diferencia de los alborotadores y de los que rompen con la civilización es saber perder, pero también saber ganar. Una elección no es una subida al cielo, aunque el pueblo clame por cortarle la cabeza al derrotado.