la viejita cordillera,
algo sí que habrá vivido,
lagrimea un triste río
por lo mucho que ha sufrido.
lágrimas hechas de piedra
tal como mi corazón.
subo por un río yermo,
su silencio es un cantar
de roca, hueso y ceniza
que ha llegado a su final.
ya quisiera ser tormenta
para hacerlo rebrotar.
observo desde la cumbre
que es otra cumbre bajar,
fragmentarse en cada paso
hasta al humus regresar.
la montaña llega al cielo
porque nace bajo el mar.
¡Caramba! ¿qué son mis penas
ante tanta inmensidad?
es como alambrar el cielo
el viento aún cruzará.
mis penas las sopla el viento
Y yo soplo mi cantar.