El mar
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Del vaivén silencioso, me alimento,
cuando el sol acaricia tu vestido
los colores dorados y el sonido
son reflejos bailando con el viento.
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Delicioso y calmado complemento
el olor a salitre recibido;
cual gaviota te miro agradecido
y disfruto de paz tomando aliento.
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Te adoré lo confieso; en el pasado
nunca fuiste aventura pasajera;
me recreo y me siento enamorado.
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Entre sales y soles te he besado,
deja pues, simplemente que te quiera,
hasta qué me separen de tu lado.