Pensé en contarte
las cosas que me pasan
pero callé.
Tenía miedo
y puede que vergüenza
ante el relato.
Pensé en decirte
lo mucho que te amaba
pero no pude.
Dudé un segundo
y el tiempo jugó en contra
de mis propósitos.
Pensé en seguir
tus pasos en la arena
en plena noche.
Pero mis piernas,
sin luz y sin linterna
no se atrevieron.
Pensé en tu nombre
tatuado en una encina
con mi navaja.
Pero era un sueño,
bonito, como tantos,
y ahí quedó.
Pensé en vivir,
contigo, para siempre,
\"mi mariposa\".
Y te marchaste,
huyendo del invierno,
a otro jardín.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/01/23