La sensación de impotencia es grande. Ver tus ojos desconectados de la realidad, verte caminar sin dirección mientras yo te observo con tristeza. No puedo evitar las lágrimas pero al mismo tiempo a pesar de esta incertidumbre, mi fe se levanta como poderoso gigante y comienzo a cantar. Tú me miras como sonámbulo pero yo sé que en el fondo de tus ojos también hay una esperanza viva. Algún día hijo mío, algún día, todo será diferente. Nos sentaremos, conversaremos y nos reiremos juntos. Hoy, hay que pasar la prueba, hay que confiar y esperar que cada día que pasa nos acercamos más y más a esa eternidad que nos espera a ambos. Hoy, solo es tiempo de mantener la fe, creer sin desmayar y seguir repartiendo sonrisas aunque haya dolor en el corazón. Te abrazo, te tranquilizas y te quedas dormido. Con un suspiro apago la lámpara y te dejo solo.