Su inocente mirada intimidante me atrapó.
La furia sutil desbordaba el atrevimiento
pues mi penoso rechazo a su bella piel
me llevo a una agónica angustia sin salida.
Gentil pero de postura amazónica,
me incitaba sin rodeo a probar el fruto de su árbol.
Unión de abeja, unión de águila, gato y antílope.
Su insaciable deseo e imaginación me doblego
a sentir la satisfacción de una perfecta alineación.
Le fascinan las estrellas y la delicia de su loto
me hace llevarla a la luna, al sauce y a Indra.
De su boca le marca la boa y su lengua prueba el veneno.
Durante el ritual se une a mi como mariposa delicada y frágil,
su fuego frenesí la trastorna a una leona con síntomas de diosa.
Creando el Edén lascivo con una sinfonía quejumbrosa placentera.
El éxtasis del fervor la sacude constantemente y entre sangre sexual
y tacto agresivo nos transforma en un ying y yang irracional.
Su demencia vigorosa la hacía explotar creando la fuente de vida.
Y mientras, sus ojos en blanco, su lengua de fuera y los gritos,
me dieron la satisfacción de una muerte digna al detener mi corazón
con el clímax abundante de mi semilla robada por un demonio celestial.