DESENGAÑO DE AMOR
Sin su enjambre una abeja lujuriosa
una rosa en mi jardín cortejaba,
no le importaba si era o no era hermosa,
libarla ya su pasión provocaba.
Pero la flor que paciente esperaba
el amor que no había conocido,
en su inocencia nada sospechaba
y se entregó a los brazos de Cupido.
Tomó la abeja el néctar, presurosa,
y emprendió vuelo en busca del enjambre,
dejando sola a la creída rosa
que ese día murió de frío… y de hambre…
Amelia Suárez Oquendo