Tus palabras entrecortadas me llegaban,
En ese momento tierno y cálido
Tus brazos temblorosos me abrazaban,
Hacia tu pecho lacio y escuálido.
No puedo olvidar esa expresión triste,
Tus ademanes esquivos y distantes
Despidiéndote de este mundo que viviste,
Y de las personas que tanto amaste.
Como dormida te quedaste,
Y cual paloma, volaste a la eternidad
Muerte cruel ¿porque me la arrebataste?
Dejándome solo, con mi soledad.
Duele el alma, mi alma, como duele,
Ya no puedo observar tu sonrisa
Ya no tengo quien me consuele,
Pues sola te fuiste, en las alas de la brisa.
Tu cuerpo frio y rígido,
En un cofre café se veía
Parecía tan vulnerable y desprotegido,
Y al olvido eterno se resistía.
Dónde estás, ya no te puedo sentir,
Ya no te puedo escuchar
Dónde estás, hoy no quiero desistir
Hoy no quiero verte marchar.
El frío de la muerte y la soledad,
Envolvieron lentamente tus despojos
Acabaron con una ilusión y la felicidad,
Cerraron para siempre esos hermosos ojos.
Allí en ese lugar amiga mía,
Tan distantes el uno del otro
Allí en ese lugar, espero que algún día,
Halla un rincón, solo para nosotros.
“Intento ser fuerte, pero me resulta tan difícil… sin ti la vida parece muy triste. Eras mi amiga del alma y mi alma se fue contigo ahora que no estás. Nunca me olvidaré de ti ni de tu bondad, fuiste la mejor persona que conocí y te querré por siempre.”
Angel Rafael Anaya Puerta
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