Me es tan difícil describir aquello.
Es inmanejable, autoritario, un tanto bizarro y me conlleva a decisiones equivocadas rumbo a fallar.
La misma vida me guío a esto, es despiadada no conozco su misericordia pero si la angustia que en cada segundo me hace vivir.
Es amargura sin consumación que solo me permite ver lo infame de todo en cuanto puedo, no hallo paz y aquella cortesía de una sonrisa es lo poco resguardado en lo profundo de lo que alguna vez fue un alma que quiso vivir.
No logro conseguir un sueño apacible, incluso un reposo es un dolido tormento. Es tan frecuente el látigo de la vida misma que me duelen los huesos, me duele el corazon.
Siento como cada parte de mi rostro con apacible comodidad encuentra delicia en demostrar el desprecio por todo lo que percibe.
Muerdo mis labios para persuadir la ira, refreno mi lengua para contenerme, detengo mis manos y paralizo mis pies para no correr al abismo de lo que considero un tregua para esta pena.