Sobre la cálida arena,
el azul del cielo engullía
al salado y agitado mar
que lamía, que regurgitaba
Lejos, las dunas fantasmeaban
e inhiestos esqueletos de sabina
tratan de sobrevivir estáticos,
al calor; sobrevuela el halcón
Reflejaba la envergadura plumífera
en mis pasos gravados sobre la arena.
Una ola tras otra, borraban mi rastro;
mientras, los egos persisten
Allá, no muy lejos la figura
brilla, irisa fulgores sátiros,
se esfuma en nube fatua, halo
de perfumes embriagan el aire
Es Azahara, siempre bella,
su tez morena, sus ojos negros
sus sentimientos blancos, sus
logros brillantes, sus manos sabias
La fugaz atmosfera desértica
hace brillar intermitente, olas
de rubor instantáneo contenido,
reflejos de espuma oceánica
Un sahari cubre su cuerpo y
trasluce sus argumentos exhalados
en mi integridad, una y mil veces
deseados, poseídos y amados
¡Las olas del océano, retroceden!