He reunido todos los recuerdos de mis años
contigo,
y los he hecho polvo en las estrellas
del cielo.
Ahí estarán inamovibles; me dije.
Tal vez, algún día un viajero desolado
con unas copas de más,
las observe caminando en la playa en
una noche estival.
Y al husmear a la luna de lúgubre semblante
descifre mi rostro,
descansando placido en el cálido lago
de tu regazo,
y tus dedos temblando al contacto con
mis manos.
Mientras en el vacío nocturno
de enero,
el viajero llora caminando sobre la arena,
y desaparece en las olas del mar tarareando
un bolero.