De vuelta ya no parezco el mismo
que antes escurría su paño húmedo
con una mentira susurrando al oído
todo lo que está por venir,
un mínimo desliz y sería la caída a la sombra
y mi mala vida ya dónde
si no hay ni quien lea poesía
en estos tiempos oscuros.
Presumo mi desdicha
frente a ti si estás si acaso
algo no cuadra en mi plan existencial,
siempre que rebose el vaso
lenguas de fuego ya
y yo un hastaluego
vivo preso de mí mismo,
cerrado al límite de aquí,
tiernamente sumiso cuando se trata qué decir
y el libro sigue un ritmo
que me tiene en él perdido,
haciendo equilibrios sobre abismos abriéndose.
A estas alturas todavía salto
y amenazo la tumba
con una de mis flechas
asiduo a caer cual llovizna,
como un moratón en la pierna
y una voz que deslumbra a cualquiera
rompe el negocio,
suelta a la bestia protectora del hombre,
tan solo una sombra cuando el viento te nombre
a comparecer en persona
y dar testimonio
de tu misantropía elevada
al cuarto ángulo sagrado de todos los días...