Yo voy tras de ti, sombra.
Emergiendo de laderas sinuosas,
contrarrestando el peso, balanceando
el sosiego que se agolpa en mi pecho,
disimulado. Observo la silueta del aguilucho,
el tenebroso hocico de los lagartos, hundirse
entre las piedras, escudriñando, pletóricos
de luz y de sol; y me detengo un instante, a verte,
sombra, pero yo sólo veo belleza, donde tú estabas
antes, cual lágrima que ululara en una noche de invierno.
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