Airosa, muy sensual y casquivana
ondula su figura cual palmera;
y enciende del deseo gran hoguera
con esa su mirada de sultana.
Lo mismo que una bella cortesana,
su cuerpo mil delirios me genera;
y pienso lo que haría si me diera
la dicha de tocar su piel lozana.
Envuelto en su mirar tan verde y bello,
me hechiza su fulgor tan rutilante
quedando prisionero en su destello;
que brilla con el brillo del diamante
que cuelga de su blanco y terso cuello,
que atiza mi apetito desbordante.
Autor: Aníbal Rodríguez.