Gracias a la vida, un sueño yo agradezco,
cada vez que cierro los ojos imagino
a Dios presentarse como un aire fresco,
prestarme sus ojos en un frío invierno.
Él sabe que aprecio su arte tan bello,
hace un par de tiempo salimos a dar un paseo
que hasta el día de hoy lo guardo como un sello,
en una carpeta de escritos, pareciera un museo.
Era yo elevándome por los cielos,
fusionándome junto a las estrellas.
Paseando entre colinas y fuertes vientos
apuñando libertad, soltando deseos
que me hacian ser preso de lo irreal
se perdia en un mundo la marca de mis huellas.
Había llegado al culmine de lo imaginable,
sentía que en mi vida todo estaba resuelto.
En mis entrañas mi felicidad era inmensurable,
habría deseado nunca de ese sueño haber vuelto.
Por debajo la ciudadela, yo no dejaba de mirar,
un espectáculo formado; un astro celeste con sus luces,
Creía ver al cielo con cientos de estrellas brillar,
no había voces, romances, ni cicatrices fugaces.
Todo era silencio, solo yo,
todo era silencio, solo paz,
todo era silencio, solo Dios.