Aprendí a amar sin tenerle.
A escuchar su voz, sin brotar de sus labios.
Sentí su calor, sin besarlo, ni verle...
Sacié mis caricias, sin tocar sus manos.
Soledad... ¡Qué bendita eres!
¿Por qué siempre escapaba de tu manto?
Si en tu compañía encuentro mis placeres...
¡La felicidad que provoca mi llanto!
Y no importa que llenes mi espacio vacío...
¡Aunque lejos, yo siento tenerle!
Aún tendido mi cuerpo, descanse inerte...
Yo lo siento... ¡Todo mío!
Autora: EmitzaSR
De Cuba.