Caminaba, yendo a cambiar un regalo, que me habían hecho y no era mi talla. En el semáforo la cruce, Teresa, que alegría! hace tiempo no nos veíamos !_ Si, si ciertamente vayamos a tomar un café si no tenés apuro._- Si claro, - mi regalo lo podía cambiar más tarde igual. Vamos al bar de siempre y se rió, esa simpática sonrisa de Teresa, que se le iluminaban los ojos cuando se ríe. Habíamos sido compañeras de estudio, y como la gran mayoría de la gente, hacemos caminos diferentes y no sabíamos la una de la otra, más, que por terceros, también compañeros de clase. _ Supe que te fuiste a vivir a otro país, por que volviste, no estabas bien?_ Otra vez se rió , _Si generalmente muchos creen que si te va bien, no volvés a tu país.... Pero no, yo sentí que había cumplido una etapa de mi vida fueron ocho años de vivir fuera, y si bien agradezco todo lo vivido, la gente que conocí y lograr una independencia emocional y económica, debía volver. Y siguió hablando... En uno de mis viajes, que volvía a ver a mi familia encontré a mi madre, muy sola. Ya sus nietos, que ella tanto quería, la veían poco. Es decir la hora del almuerzo era sagrado, mi sobrino el mayor supo desde muy pequeño, que en su casa se almorzaba, así que en eso no fallaba. Mi hija, ya vivía en otro barrio y más independiente, la veía pero no con tanta asiduidad. Había preferido vivir, con su padre, que estaba más cerca de todo. Así que vi a mi mamá que lo único que hacía, era estar pendiente de todos. Una costumbre, que yo siempre aborreci, por eso a los veinte años me émancipé . Asimismo, nunca la había entendido, a mi madre, hasta que ella murió. Recién allí entendí como había sido ella, una mujer muy temerosa, que había quedado huérfana de padre a los doce, y a los diecisiete de su madre. Por eso, es que ella se aferró tanto a mi padre, no era precisamente por comodidad, como yo sentía que era. Si no porque ella materno, siempre a sus dos hijas y a mi papá_. Se le escapa una lágrima suave que cae en su mejilla y larga otra risa y bebe un poco de agua que habían traído con el café. Todo esto te cuento, porque difícilmente, la gente entiende y sé, que tu si, porque el tiempo que estudiamos teníamos los mismos códigos y eso es raro encontrar._ Y continuó hablando, \"creo que de cierta manera le alargué un poco su vida.... Ella tenía un sillón vivía, en un sexto piso y desde allí se manejaba, sabía el horario de los repartidores, y cuando hacían el recambio los empleados y frente a ella el televisor. Se dejaba caer, sin ninguna fuerza de piernas a ese asiento. En toda su vida había hecho gimnasia.Y si bien nunca se quejaba de nada,seguía contándome la telenovela que veía y claro una quietud pasmosa.\"..\" .Me habló de sus vecinas que eran solas, la mayoría viudas, e iban a un gimnasio cerca y la invitaban a que fuera. Sus salidas, eran contadas: a la peluquería que quedaba al lado,de donde vivía, su única coquetería y los sábados a misa. Perfecto! _le dije _acá tienes una pantalón y mis zapatillas deportivas, calzabamos, el mismo pie. Fui con la vecina del piso de abajo y le hice prometer con ella, que iría al gimnasio. Una promesa es una promesa.Yo había venido de visita, volví y quedó pendiente si cumpliría, yo sabía que si, era muy creyente y no hacía promesas en vano. Así que de esa manera, creo y sociabilizando con otras mujeres considero, que fue una buena forma de ponerse en forma. Y ya cuando volví a vivir acá, pudimos conversar y compartir muchas cosas, no fue muy feliz al lado de mi padre. Porque siempre estando con ella tuvo otras mujeres, incluso una hija. Yo dejé de ser la menor pase, a ser la del medio. Mi hermana menor tiene veinte años menos que yo. Mi padre nunca dejó la casa, porque él a su manera la quería y esa fue siempre su familia, mi madre, paciente y con un amor infinito por sus dos hijas.