Eres cantar del aire y la frescura,
silba el prado de plena libertad,
la flor del viento, de la tempestad
que arremolina la memoria y cura.
Es tu nombre en la brisa la bordura,
estampa en mí, sutil, la cavidad
de tu mejilla; con la densidad
de la luz que en los labios es costura.
Que seas asidero ebrio de soles;
y tu palabra, así de revulsiva,
que fluya natural, canto campestre.
Que me encandilen lúcidos faroles,
junto a tu ingravidez, que es expansiva,
me quede tuyo, bálsamo silvestre