Labios rojos criminales, aniquilan
mi último intento misionero, a no ser desprecio a tus amores;
detonan calando en mi corazón que aman,
aun tu voz mortífera que destruye mis pasiones.
Rojos como la sangre que el espíritu inyecta,
a un corazón en dolor recrudecido,
francos en su final que proyecta,
palabras que son balas a un blanco ya caído.
Hilan estratégicamente negativa,
detienen, criminales un poco,
para dar certera punitiva,
pensada en cerebral en poco.
¡No te quiero! explota el verbo
a callar están también mis nervios;
lastimados sentimientos siervos
y continua retahíla en tus soberbios.
Mucha clase en labios asesinos
matan mi humildad de amor
y exaltan tus deseos tan finos.
Calla la misión ahora muerta,
regreso del intento tan fallido
mirada perdida y yerta
y mis labios también en un chillido.
Isaías Glez.