EL PATRÓN.
Miran unos ojos al hombre con decepción
tras cristales de tiempos y distancias
ausencia es la bondad en la abundancia,
del ser más grande de toda la creación.
apunta la justicia a un ser seco y vacío,
un hombre mísero provocador de llanto,
la dura paga de la vida nunca será tanto,
para un cruel que sembró dolor y hastío.
El viento de la tarde lo golpea y desespera,
con el polvo seco que le impide respirar,
nada ya le queda y a nadie por mandar,
cómo ese ayer cuando él poderoso era..
Los hijos del hombre echaron a volar,
vendieron todo y nunca más volvieron
los que lo acompañaron flacos murieron,
por la fiera sequía que les vino ajusticiar.
Ya no pasta el ganado en la pradera
se les secaron los río y los esteros,
murieron las rosas sin los jardineros,
desde que la justicia quitó la primavera.
Ahí está tragando el polvo de su atardecer,
vistiendo de aridez sus tiempos marchitos,
ahí el patrón que daba órdenes con gritos,
no le queda un perro, ni gritos, ni poder.
Le queda una mirada y un pensamiento,
en arrepentido llanto de sus ojos secos,
en su conciencia su látigo aun hace ecos,
con gritos de peones de llanto y lamento.
El tiempo pesa al hombre sus edades,
para cobrar con justicia cada momento
cómo el patrón que sembrando viento
hoy su alma cosecha duras tempestades.
Mariano del campo.