𝑆𝑜𝑝ℎ𝑖𝑎/𝑒.

ℭ𝔬𝔡𝔦𝔠𝔦𝔞.

“Eres lindo,

lo suficiente como para querer comerte,

belleza que te ha otorgado el cielo,

que aún reteniéndote entero no me satisface,

mi cerebro no actúa cabalmente,

por tu martirio,

cerca de ti, cerca de tu exhalar,

donde tus ojos son capaces de percibirme,

siento que quiero morir,

porque ¿cómo puedo venerar tan enfermizamente?

mi obsesión es repugnante,

es cierto que estoy atormentada por el oscuro entusiasmo,

cuánto trabajé para reprimirlo,

fue suficiente para mi estar juntos,

por siempre,

unidos como con hilo escarlata.

No descarto mi insania,

pero luchar contra el desequilibrio

es como arrostrar a un hercúleo demonio,

el que vive en mi.

He de fenecer,

pues solo así culminaré con tal tronada de abominaciones,

mi anhelo que concluye a acatar será,

que usted engulla todo el contenido de mis entrañas,

hasta ahogarse con mis vísceras,

y colmarse con linfa,

estoy bien con eso.

Por favor, deléitese,

no se resista,

muerda mi carne,

mastique mis tendones hasta atascarse en sus dientes,

humedezca vuestro filtrum en impolutos fluidos humanos,

moje su pan en mi sangre y llene su copa con líquido vítreo,

es absolutamente precioso el hecho de que usted me necesita,

está adentro de ti,

tan profundo pero inequívoco,

una codicia que escondes pero brilla exasperante,

porque te degollarías con tus uñas,

te abollarías el cráneo contra cerámica,

despachurrarías y esparcirías tus sesos,

antes que denegar tu frenesi,

tu delirio,

tu locura y cruel apetito

por saborear dermis jugosa”.