Lo que nos marca la vida
¡Ay! Si un día ella se fuera
y abandonara este mundo,
qué problema más profundo
sin su luz, ella nos diera.
Esa fiel filosofía,
que dependemos a diario,
será nuestro gran calvario
que de pronto estallaría.
La luz que mueve a los pueblos
trae la paz y la guerra,
sucumbiendo nuestra tierra
a sus múltiples vocablos.
Es el don de las personas
«modernas»
de la eterna inteligencia,
de la cosa inacabada,
fue por ella fabricada
con muy sutil elocuencia,
le tenemos dependencia
sin ser de nosotros nada.
Y como hermosas palabras
saliendo de un alfabeto,
escribo cuan un sujeto
mirando quienes las hablan.
Porque son ellas las huellas
dejadas sobre un teclado,
sobre una mesa clavado
que los dedos atropellan.
Escribiendo estoy mis letras
sin mojar la vieja pluma,
ni tinta que yo consuma,
ni papel de las libretas.
Pero me gusta escribir
imaginario papel,
aunque de sobra yo se,
es vivir para morir.
Sin la luz no hay escritura,
ya no queda inteligencia,
se nos voló la elocuencia
y también la compostura.
Escribiendo despacito,
cuando más ilusionado
estaba con mi teclado,
se fue la luz y mi escrito.
José Ares Mateos (Menesteo)