Deseo que te deshagas conmigo
y hacernos uno al otro cada día.
Que en un tiempo infinito seas mía
y yo tuyo... Tal es lo que persigo.
Tanteo, ahora y siempre, la alegría
ufano en mis anhelos de ir contigo.
Y allí, en el tibio valle de tu ombligo,
sentir la vida en toda su valía.
Descubrirte, serte sin conocerte
es lo que quiero y, sin querer, quererte
y venerarte como se venera
en el campo la eterna primavera.
Así nace este amor que permanece,
que crece en el corazón y lo mece.