Aquellos ayeres tan llenos de euforia
que dieron a mi alma momentos candentes;
repletos de anhelos, que hicieron historia
en noches bohemias de besos crujientes.
Aquellos ayeres con luz promisoria
de lechos mullidos y cuerpos ardientes;
que plácidamente me dieron la gloria
que portan las bocas que son complacientes.
Idílicos tiempos que en su trayectoria
marcaron sus huellas, sensuales, fervientes;
y cuyos ardores, con gran vanagloria
brillaban gloriosos con luces fulgentes;
que quedan grabadas en nuestra memoria
igual que erupciones con lavas hirvientes.
Autor: Aníbal Rodríguez.