Las sombras nos guardaron los secretos
nacidos del teatrillo de la vida,
tinieblas convertidas en guarida,
refugio para acechos indiscretos.
En noches que, del ocio a los asuetos,
ocultan a los otros la prohibida
locura que provocas, si atrevida
me muestras de tu ser los vericuetos.
Te fuiste y se acabaron los sigilos
del viejo ardor que, por disimulado,
ya solo lo custodia la memoria.
Mas siempre existirán esos asilos
que anhelan que retornes a mi lado.
La cópula consuma nuestra historia.