Golpe de mar

Miseria a bocajarro

 

 

Otra boca de estómago que arranca de cuajo un puño.

 

Gargajos que caen desde el suelo,

estrellados en ojos quebrados de absurdos transeúntes 

que agachan la cabeza, mal jeito de su asepcia.

 

Rumores que transmutan a sentencias,

sentencias que desandan una inquina,

inquina que taladrará a esos egos,

en el día de la paga extra del sepulturero.

 

La canción de la monotonía

repetida seis veces si no más en cualquier día

y ese cualquiera repetido 5 veces por ley a la semana

manteniendo la incubadora de ánimas.

 

- Inanimadas -

 

El hiperrealismo de una chatarrería

mimetizado en bótox para labios

que convierten a las bocas

en gordas vaginas parlanchinas.

 

Entre tecla y tecla, mi vagancia,

arrancada de una inexpresión.

 

- Arcada atragantada -

 

Sí, tienen forma, como humanos,

y sombras gallináceas

y suertes de New York, Japón y Grecia

pero también la desdicha de la trampa.

 

Juego sucio en sus perfumes 

que combinan al levantar

con la injuriosa vestimenta

que les facilita su pisada,

calzados de pellejos

de algún viejo marciano 

o de tantos invidentes 

que ya sólo arena y sal.

 

Ni el barro del camino se agarra

en ese mezquino caminar.

Más digno el barro es, 

que guardará su merienda

 

- para después -

 

El quid de la algarabía…

saber si sólo entre vampiros

se puede sobrevivir

o siempre a expensas de la sangre

de los que eligieron en la luz vivir.

 

No tenéis cama sino cripta,

del lenguaje no sabéis más que palabras,

no hay nada detrás de vuestros ojos

salvo una enorme máquina de pinball, 

 

Que sólo quiere

 

- ganar, ganar y ganar -

 

Si alguna bola se os cuela en el perder

El enojo desbroza la oportunidad de sanar.

 

Lo que no sabéis, es que,

de tanto ganar, 

 

                   ya, 

 

                            estáis perdidos.