Desamores, de eso yo sé un poco;
de sabores que me impregnan a bordo
y de esta acción tan tenebrosa
que es que gozo yo en mi ocaso.
Por la suerte de ser apto
hoy bendigo estos pasajes.
Sobre todo por las madres,
por el brillo en tu mirada,
por las tardes que me debes
un amor que sea imborrable.
Soy negocio de otros cadáveres
mientras tanto me faltas;
hay un intercambio de pareceres,
un portal que da a tus ansias
y una red de lamentos
que se encharca
en la honradez obnubilada
de esos antros, mataderos
del intelecto humano
y la danza no cesa:
ahogados en las mieles
del más turbio amanecer
estos papeles desembocan
a un sinfín de evocaciones silenciosas.
Todo es la sombra que me acosa,
un recóndito paisaje interior
calcinado por las brisas.
Tan solo yo es que estoy
con el peso de un adiós
en el alma prisionero
reducido a un gesto torpe
cuando puedo tocar cielo
con un verso que transporte
a otro lugar muy lejos...
Por la gloria de tu anhelo
ahora mismo me la juego
¿Quieres ser la sombra que me lleva
de lo abstracto a lo concreto
en este césped donde terminan las pistas?
Llueve, llueve aquí en mi ensueño,
aquí en secreto llueve y caen los jueves
sobre el viento tan directo hacia la muerte
que sucede a todos los nacimientos.
Llueve sobre cadáveres sencillos
sin que los destruya su incesante goteo
a las puertas de un extraño.
Mi reposo soslayo
entre formas tan dispares.
Todo está latiendo
en la misma inconformidad.